PRENSA
«Su persona también responde a su talento. De cuarenta y pico años, es de mediana talla, un poco gordo, de aspecto bonachón pero obstinado. Su cabeza, muy parecida a la de aquellos que se encuentran en muchos cuadros italianos del siglo XVI, sin ser hermosa, muestra un gran carácter de poderío e inteligencia. Los cabellos cortos revolotean sobre una frente muy desarrollada; y la nariz recta se detiene, cortada claramente, como por un golpe de cincel demasiado brusco, encima del labio superior, sombreado con un bigote negro bastante espeso. Toda la parte inferior de esta gruesa figura, pero enérgica, está cubierta de barba tallada cerca de la piel. La mirada negra, miope, penetrante, vigilante, sonríe, a menudo con desdén, en ocasiones irónica, mientras que un pliegue muy particular hace retroceder el labio superior de un modo divertido y burlón. Toda su persona redonda y fuerte da la idea de una bala de cañón; ella lleva ostensiblemente su fuerte apellido de dos sílabas rimbombantes en la resonancia de ambas vocales.» Émile Zola por Émile Zola
Émile Zola
El naturalismo se presenta en Zola, que ha sido en Francia su exponente de mayor relieve, como propuesta de novela experimental, dedicada a observar científicamente las reacciones humanas. Después de los Cuentos para Ninon (1864), todavía bajo la influencia del Romanticismo, y después de la novela Thérèse Raquin (1867), construida ya según la fórmula de la tranche de vie, Zola concibió, entre 1871 y 1893, el vasto ciclo narrativo de los Rougon-Macquart, donde el proceso de disgregación moral sobrevenido con la derrota de los ideales del 48 se ve representado simbólicamente en la historia de una familia proletaria. Las novelas que componen el ciclo van desde La fortuna de los Rougon (1871) a El vientre de París (1873), El matadero (1877), Nanà (1880), Germinal (1885), La bestia humana (1890), etc. Intervino valerosamente en el caso Dreyfus (carta J'accuse en L'Aurore, 1898). Una de sus últimas obras, anterior a la serie de Los cuatro Evangelios sería la trilogía de Las tres ciudades, Lourdes (1894), Roma (1896) y París (1898). Murió misteriosamente en su casa de París el 29 de septiembre de 1902.